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lunes, 24 de enero de 2011

Comisión Turkel: Testimonio de Laura Arau

Ponemos a disposición de los lectores de Rompiendo Muros el Testimonio integral de la activista y cooperante Laura Arau, integrante y testigo directo del ataque al Mavi Mármara en la pasada Flotilla de la Libertad en la que el ejército de Israel asesinó a 9 compañeros activistas y cooperantes turcos. Hacemos público este testimonio en relación a la Comisión Turkel en la que se concluyó que Israel actuó dentro de la legalidad y en defensa propia.

Ataque al Mavi Mármara
"Cansada de la propaganda del estado sionista de Israel que, como siempre, los medios occidentales siguen difundiendo creo importante publicar mis vivencias en el Mavi Marmara durante la pasada Flotilla de la Libertad. Tras las conclusiones obtenidas por la Comisión Turkel, en las que se exculpa de toda responsabilidad a los soldados y al gobierno de Israel por el ataque sufrido en la Flotilla, quiero manifestar mi disconformidad respeto a ese informe que carece de rigor y representatividad; lo que hace que sean del todo increíbles e inaceptables las conclusiones finales de dicho informe. Con mi testimonio quiero aportar una dosis de realidad sobre lo que se vivió en ese ataque a la Flotilla de la Libertad para que los lectores juzguen por si mismos si los responsables deberían de ser exonerados, tal y como la Comisión Turkel proclama.

Este relato se le hize llegar al juez Rud, de la Audiencia Nacional, cuando pusimos la querella el pasado mes de junio. No tenia ninguna intención de hacerlo público pero la indignación que me han producido las conclusiones del informe de la Comisión Turkel me ha motivado para que seáis vosotros, los lectores, quienes juzguéis a través de este texto la actuación del ejército de Israel.

MI TESTIMONIO:

El día 28 de mayo cuando eran las 00.30h aproximadamente el navío con bandera turca Mavi Marmara salía del puerto de Antalya dirección a Gaza.

El día 30 de mayo a las 22.00h, aproximadamente, se dio la alarma de que varios buques del ejército israelí rodeaban la llamada Flotilla de la Libertad. En ese momento yo estaba en la sala de prensa y la información me llegó por qué algunos compañeros lo comentaban. Hablaban de que estábamos a unas 100 millas de la costa de Gaza. Salí de la sala de prensa y divise al menos dos luces (de los teóricos buques israelís) a lo lejos. Empecé a ver como la gente se ponía los chalecos salvavidas y decidí bajar a los camarotes de las mujeres a por uno. Volví a subir y vi como habían improvisado un ‘hospital’ con un médico y los suministros médicos básicos entre la salida del pasillo de prensa y las escaleras interiores del barco. Salí en el exterior donde también estaban Manuel Tapial y David Segarra. En ese momento fue cuando decidimos grabar un mensaje de vídeo alarmando de la situación que estábamos viviendo ya que no era ‘normal’ ver buques israelíes a tanta distancia de sus costas. Lo subimos en el blog donde íbamos contando lo que vivíamos en el viaje en el Mavi Marmara (www.solidariosengaza.wordpress.com). La organización turca IHH anunció por altavoces que a las 7.00h de la mañana debíamos de estar despiertos. Esa podria ser la hora en la que llegaríamos a las 20 millas de la costa de Gaza, momento en el que entraríamos en aguas nacionales palestinas y cuando se entendía que el ejército israelí podría intentar parar la Flotilla.

A las 02.30h, aproximadamente, del día 31 de mayo. Me sentía cansada. La tensión de la gente ya se había calmado. Como veía que no había trabajo que hacer decidí tumbarme e intentar dormir. Lo hice en un pasillo que estaba justo al salir de la sala de prensa y donde Manuel, David y yo teníamos nuestras maletas. A mi lado estaban durmiendo otros periodistas.

Me desperté con el ruido de gente corriendo saliendo desde la sala de prensa hasta el exterior del barco. Pregunté a alguien que pasaba que era lo que sucedía y me dijeron que había 14 lanchas rodeando nuestro navío. Miré el reloj para ver qué hora era. Eran las 04.12h. Acababa de sonar la llamada al rezo. Me puse los zapatos, cogí mi riñonera con el pasaporte, las tarjetas de crédito y el dinero y me levanté. Apareció Manuel con la cámara y salimos los dos hacia fuera. Cogí la cámara y empecé a grabar.

Era un día de luna llena así que el cielo no estaba del todo oscuro. Se veían algunas lanchas rodeando el barco. Además desde el barco había unas grandes luces que enfocaban a las lanchas. Recuerdo haber visto al menos dos. En ese momento vi que había unas 20 personas dentro de ellas apuntando al barco. Pasó de escucharse el ambiente de la gente corriendo fuera del barco a los disparos, que parecía que solo fueran balas de fogueo. La verdad es que no podía diferenciar si eran de fogueo o no. En ese momento Manuel me dice que subamos al piso superior porque no veía seguro estar en este piso. Así que subimos. Decido no acercarme mucho a los laterales del barco porque me parece peligroso. Manu se da cuenta y me coge la cámara y empieza a grabar él.

Escuchamos un helicóptero a llegar y nos dimos cuenta que estaba encima del barco cuando notamos que el viento que generaban las hélices nos hacía perder el equilibrio. Manu y yo decidimos acercarnos a grabar con la cámara desde un lateral de la misma planta del barco dirigiendo el objetivo de la cámara a la parte superior del barco, que solo tenía acceso a través de una pequeña escalerita. Del helicóptero empiezan a bajar soldados. Veo dos o tres bajando por unas gruesas cintas. En un rato aparece Ken, un ex marine de Estados Unidos, con una pistola en las manos diciendo que se la habían quitado a un soldado. Que había lanzado la munición al mar y que iba a guardar el arma para que nadie la pudiese usar. Manu decide avanzar más y en ese momento, como no estoy grabando yo, decido volver a la parte trasera del barco viendo lo que va sucediendo desde allí. Veo a Fatima, una chica iraní, acercándose a un lado del barco haciendo el símbolo de victoria con una mano. Decido sumarme a ella mientras vemos como se acerca un segundo helicóptero al barco. Desde allí veo el helicóptero lleno de soldados. Al cabo de un rato aparece Osama, un palestino con nacionalidad inglesa, que viene medio corriendo sin estar estable y que termina cayendo mientras alguien lo recoge. Lo tumban en un banco y veo como casi ni respira y los ojos se mueven quedándose en blanco. Alguien le quita el salvavidas y le reanima de alguna forma. Me doy cuenta que alguien trae a un señor mayor. No sé si está herido o muerto pero parece que le hayan disparado.

No sé donde están Manuel ni David. A mi alrededor solo hay gente de la organización turca, periodistas… Decido quedarme allí esperando a Manuel. Lo escucho chillando desde unas escaleras que dan al piso inferior. Me dice que baje. Mientras bajo le pregunto que es lo que ha pasado y donde tiene la cámara. Me responde que la cámara la tiene una amiga belga y que los soldados ya están dentro del barco. Nos dirigimos corriendo a la sala de prensa con la sensación de estar esquivando balas. Entramos en la zona que quedaba entre el pasillo que daba a la sala de prensa y las escaleras que unen, por el interior, los tres pisos del barco. La amiga belga me da la cámara y empiezo a grabar como entran heridos. Vienen de todas partes cogidos por dos hombres de brazos y piernas. Empiezan entrando por el piso superior bajando las escaleras hasta el piso inferior mientras algunas heridas leves son curadas en el piso donde nos encontramos. Manuel, David y yo salimos fuera para grabar más. Allí hay otra gente también pero todos se mueven pegándose a las paredes del barco. Aparecen dos hombres con un herido que le sangraba mucho la pierna. Manu dice que eso solo pueden ser granadas de fragmentación. Decido seguirlo con la cámara y me doy cuenta que el suelo del barco está lleno de sangre. Dentro, otra vez, me encuentro con Osama repartiendo cebollas y diciéndonos a todos que nos las frotemos por debajo de la nariz. Le pregunto a Manuel porqué tenemos que hacerlo. Me responde que están tirando bombas de gas y que eso neutraliza el efecto. Manuel decide coger la cámara y salir fuera a grabar otra vez. David sale pero vuelve a entrar rápido y empieza a chillar a Manuel que entre él también que eso es muy peligroso, que disparaban donde estaban. Manuel entra aguantando a un herido en un brazo y a la cámara en el otro brazo. Le cojo la cámara y él termina de ayudar a entrar al herido. Durante todo el tiempo no dejan de escucharse disparos y granadas. Suenan desde la parte superior y de la parte inferior; por todas partes.

Alguien avisa de que el barco está tomado. Hay muchos nervios y la gente no sabe qué hacer. Por los altavoces alguien de la organización turca anuncia que todos vayamos a las habitaciones del piso inferior y que nos sentemos con los brazos en alto. La mayoría de periodistas decidimos entrar en la sala de prensa y dejar nuestro material encima de las mesas. Nos sentamos, algunos en el suelo y otros en las sillas, sacando los pasaportes. Un periodista turco decide poner la televisión y vemos como una televisión turca está dando imágenes de minutos anteriores, lo que pasaba en el barco. Allí vimos por primera vez las imágenes de los heridos en la parte inferior del barco y, también, de otras partes exteriores. Alguien para la televisión y empieza una discusión entre varios periodistas. Hablaban en turco y no nos enterábamos de nada. Todos estábamos muy nerviosos. Finalmente, alguien contó que algunos tenían miedo y por eso pararon la televisión.

La sala de prensa estaba rodeada por tres paredes de cristal así que pudimos ver lo que pasaba fuera. Había bastantes pasajeros del Mavi Marmara con los chalecos salvavidas a los que los soldados israelís ordenaron, apuntándolos con sus armas, que se sentasen en los bancos exteriores y que rodeaban la sala de prensa. Vi como fueron atando las manos de los participantes con bridas de plástico en la espalda. Mientras, por los altavoces del barco se escuchaba a alguien pidiendo a los soldados israelís el auxilio a los heridos. Decía algo así como que nadie se va a resistir mas, por favor necesitamos ayuda médica urgente. Lo dijo en varios idiomas: inglés, árabe y hebreo, creo.

Posiblemente había unos 20 soldados en la zona exterior del barco que daba a la sala de prensa. Se llevaron todos los participantes atados de manos en alguna parte del barco. Mientras todo eso duraba, también fueron apuntándonos con sus armas desde el exterior. Todos los soldados llevaban la cara tapada con pasamontañas. Yo tenía que ir al baño, lo necesitaba. Una mujer me dijo que ella había orinado dentro de un vaso de plástico y me dio uno para que lo hiciese yo. Me levanté lentamente y me fui a una esquina de la habitación donde oriné. Volví a mi silla. Momentos después veíamos como los soldados intentaban entrar en nuestra habitación. Había dos puertas que daban directamente al exterior pero estaban bloqueadas desde que entramos al barco ya que en la sala de prensa solo teníamos acceso los acreditados como a periodistas. Los soldados estaban nerviosos porque no podían abrir las puertas. Nosotros intentábamos decirles que la entrada era por otra parte. Finalmente consiguieron forzar una de esas entradas y, sin poner un pie dentro de la sala, nos apuntaron a todos desde fuera hasta dentro. Recuerdo ver los láseres rojos apuntando a todo el que se movía. En inglés, fueron apuntándonos uno a uno ordenándonos salir. Salimos de uno en uno y de espaldas. Llegó el momento que me apuntaron a mí y me ordenaron salir. Les comenté a mis amigas que yo intentaría salir con mi riñonera ya que no quería dejar tarjetas de crédito dentro del barco. Estaban nerviosas diciéndome que no nos permitían. Igualmente yo lo intenté. En un caso me lo quitarían ellos. No fue así. Cuando me tocó salir, fuera me estaba esperando una mujer soldado vestida de negro. Por primera vez en el barco veía a los soldados vestidos de negro. Los demás iban de color caqui. Esa mujer me tocó de todas partes cacheándome por si llevaba algo conmigo. Después me dijo que le diera la riñonera. Le dije que tenía que llevarla conmigo porque tenía la regla y necesitaba las compresas que llevaba dentro. Abrió la riñonera, lo miro absolutamente todo y me lo devolvió. Me dijo que siguiera un soldado. Ese me llevó a la zona delantera del barco. Allí vi a la mayor parte de la gente arrodillada en el suelo, con las manos atadas con bridas de plástico en la espalda comprimiendo en algunos hasta dejarlas rojizas. Otros estaban sentados en bancos. Esos eran los periodistas o los europeos. La mayoría estaban sin atar de manos. Me hicieron sentar en un banco. Yo era de los que estaba sin atar. A mi lado estaban sentadas dos mujeres musulmanas. Entre los arrodillados estaban tanto gente joven como gente de avanzada edad. El suelo del barco estaba completamente mojado y esa gente arrodillada sobre de él. Me pareció muy cruel. En una parte de la zona donde estábamos había una montaña de maletas, sacos de dormir, ropa…

Estábamos rodeados de soldados. No sé cuantos había pero me parecían muchos. Fueron sacando a más gente. Esta vez eran mujeres que salían atadas de las manos. Mujeres mayores… no entendía nada. Una se sentó a mi lado y conseguí que un soldado le cortase las bridas de plástico. Solo los que no éramos árabes o turcos teníamos cierta ‘libertad’ para pedirlo. También cogimos los sacos de dormir que había cerca de nosotros para cubrir a esos compañeros que estaban arrodillados y que tenían frio. Hacía rato que un grande helicóptero estaba parado sobre el barco y generaba mucho aire con sus hélices que hacían rodar sillas de plástico y banderas que, incluso una de ellas dio a la cara de un compañero que tuvo que estar atendido ya que le había herido el ojo. Pase mucho frio y así pase muchas horas. Finalmente encontré un saco para cubrirme. Tenía que ir al baño y tenia curiosidad para ver cómo estaba todo. Así que pedí al soldado que parecía menos malo que me lo permitiese. Me dejaron ir acompañada por uno de ellos. Vi a mucha gente rodillada en el suelo, incluso un chico me pidió que le ayudase a ponerse otra vez de rodillas ya que se había caído y estaba en una posición muy incómoda. Le ayudé sintiendo la presión del soldado que quería que continuase avanzando. Me sorprendió ver a un perro controlado por un soldado en el exterior del barco. Al entrar en el barco para ir al baño no me podía creer lo que veía. Estaba todo completamente destrozado. Todo estaba tirado por el suelo. No había nada en su sitio. No entendía nada. Entré en el baño y salí volviéndome a sentar en el banco donde estaba antes. Allí, un periodista de Al Jazeera junto a otro compañero estaban repartiendo agua acercando el vaso a la boca de los hombres que estaban arrodillados para que pudiesen injerir algo.

Pasó un tiempo importante antes no empezaron a sacar heridos. A uno de ellos, que llevaba el gota a gota, un médico israelí le sacó y le inyectó algo con una jeringuilla. La mayoría de heridos los llevaban los médicos del barco transportándolos con sacos de dormir como a camillas. La mayoría de ellos gritaban de dolor. Podían haber permitido que se moviesen en camillas pero los soldados no aceptaron. Los médicos se notaban cansadísimos. Movieron todos los heridos en la parte superior del barco. Creo que vino más de un helicóptero; supuse que estaban moviendo los heridos a algún otro sitio.

No sé cuánto tiempo pasó (me dio la sensación de que habían pasado varias horas) cuando nos exigieron que las mujeres bajásemos a los camarotes. Nos dijeron que bajábamos a comer y a descansar y que volveríamos a subir para estar todos juntos. Eso no pasó. En ese momento perdí el contacto visual con David y Manuel.

Entramos todas a los camarotes (de hecho, era un gran camarote con sofás que usábamos como a habitación). Justo al entrar vi una caja llena de ordenadores portátiles. También había otros equipos electrónicos. Entramos en el camarote. En un lateral había una gran montaña de maletas. Eran las maletas de las mujeres. Algunas estaban abiertas y otras cerradas. Nos hicieron sentar en los sofás y quitaron las bridas de plástico a algunas mujeres que aún las llevaban. Allí pasamos horas y horas con un calor extremo. Aunque el barco tenía aire acondicionado, estaba parado.

Al cabo de algunas horas decidieron darnos galletas, aunque en esa misma zona había latas de comida. También pudimos compartir algo de agua. Comí tres galletas y un vaso de agua. Ese fue el momento que vi por primera vez a un soldado israelí con una cámara de vídeo grabando ‘lo buenos que eran’ por el hecho de repartir comida. Me dolió. Me fijé que había una mujer que recibía mucha atención por parte de sus compañeras. Habían matado a su marido momentos antes. Lo había tenido entre sus manos y le habían separado de él. Fue otro de los momentos duros. Junto a otra chica pedimos ir al baño. Nos dijeron que sí pero de una en una. Nos negamos y pactamos ir las dos. Volvimos al camarote. Justo al lado de las chicas estaba también sentado un grupo de hombres. Osama se levantó y dijo, en inglés, que no firmásemos ningún papel, que nos llevaban al puerto de Ashdot. Le cogieron dos soldados y se lo llevaron del grupo. Al cabo de un rato escuche a Osama gritar de dolor, como si lo estuviesen pegando.

Llegamos a Ashdot. Estuvimos allí parados durante muchas horas. No sé cuantas pero me parecieron una eternidad. Hacía mucho calor y parecía que eso no se terminaría nunca. Todas las mujeres se ventaban con trozos de cajas o con lo que tenían a mano. Yo pensé que podría llegar a desmayarme ya que soy propensa a que me baje la presión muy rápido. No fui yo. La que se desmayó fue otra mujer. Todas estábamos en nuestros límites.

Al cabo de unas horas empezaron a sacarnos de la habitación en grupos de 4 y 8 personas. Yo estaba en uno de los últimos grupos de chicas en salir. Para salir del barco nos indicaron que saldríamos de una en una. Justo al salir del barco había un grande número de gente. A mi me cogieron de los dos brazos dos chicas jóvenes con dos uniformes distintos y me llevaron a un primer control, dentro de una carpa que se había montado para la ocasión. Allí revisaron mi riñonera y miraron mi pasaporte. Al ver los sellos de Siria y Líbano se alzó una alarma. Se me acercó un chico joven y empezó a pedirme sobre esos sellos, especialmente el sirio. Les dije que había estado trabajando tanto en Siria como en Líbano ya que era periodista y me dedicaba a hacer reportajes. No estaba muy convencido de lo que contaba pero me hicieron avanzar. En ese momento me quitaron el pasaporte. Me hicieron sentar en una mesa, me tiraron una foto y querían que firmase unas hojas. Una de ellas era en hebreo y otra era en inglés. Les dije que solo podía leer español. Se me sentó al lado un señor que hablaba italiano intentando provocar que firmase los papeles. Me negué y dije que solo firmaría eso con la presencia de mi abogado o de un representante consular de mi país. No firmé nada. Intenté hablar con una compañera de viaje que tenía al lado y nos prohibieron abrir la boca. Me llevaron a una especie de sitio donde se suponía que te hacían una revisión médica pero solo me preguntaron si tenía alguna enfermedad crónica y me tomaron la tensión. De allí me llevaron a otros sitios por donde se fueron paseando conmigo los papeles que iban llenando. Finalmente me hicieron subir a un autobús blindado y de color gris. En ese momento dejaron de acompañarme las dos chicas que me cogieron justo al salir del barco.

Al subir al autobús coincidí con algunas compañeras de viaje. Me hicieron dejar la riñonera y una camisa manga larga que tenia conmigo en la zona delantera del bus, al que no tenía acceso. Nos encerraron en un autobús completamente cerrado, con los cristales tapados… sin poder mirar hacia fuera. Cuando el bus se llenó, empezó un viaje de algunas horas. Pusieron el aire acondicionado al máximo y pasé mucho frío, muchísimo. Aunque pidiésemos que lo cerraran, no nos hicieron caso.

Llegamos a la prisión cuando eran las 06.00h de la mañana del día 1 de junio. Había pasado un día entero desde que el ejército israelí atacó al barco. Por un agujero en el tinte del cristal pude ver cómo nos entraban en una prisión. Parecía una prisión en medio de un desierto. Nos hicieron bajar del autobús y nos hicieron entrar en un edificio. Era un módulo de la prisión. Dentro ya había otras mujeres de la Flotilla. Estaban repartiendo la gente en las celdas. Yo compartí celda con tres compañeras. Antes de entrar a la celda nos dieron un chándal, unos calzoncillos de chico, una toalla y jabón para el aseo. Me dieron comer pan de molde con algo que parecía queso y después me duché en unas duchas comunes. Me puse a la cama y cerraron la celda.

Hacia las 10.00h de la mañana me levanté. Pude comer lo mismo que la noche anterior. Había gente que pedía el derecho de llamar por teléfono a un familiar y se les negó. En poco rato llamaron a otra chica y a mí. No nos quisieron decir porque pero se nos llevaron de la celda. La falta de información allí dentro era impresionante. Entramos en un edificio de oficinas donde encontré a Juan González, segundo del consular español en Israel. Me comentó que estaba allí desde primera hora de la mañana. En poco tiempo llegó David Segarra. Nos abrazamos, le pregunté por Manuel y me dijo que en el barco les habían separado quitando a Manuel del grupo, que no sabía que habían hecho con él. González había pedido reunirse con los tres españoles de la Flotilla y Manuel no aparecía. Esperamos horas y Manuel seguía sin aparecer. Había entrado con el móvil en el edificio. Intentó buscar cobertura y cuando la encontró nos llamó a David y a mí para que llamásemos a nuestros familiares. Los dos pudimos contactar con ellos. Nos dijeron que tanto David como yo teníamos que volver a nuestros bloques de la prisión así que González dijo que intentaría encontrar a Manuel y que volvería a vernos a los dos para contarnos la situación.

En el bloque las chicas estaban nerviosas porqué no tenían información. Llegaron los distintos representantes consulares en nuestros bloques y yo pude volver a hablar con el representante consular español. Me recomendó firmar el papel donde se pedía deportación inmediata pero no lo hice. Quería hablarlo con mis compañeras. En un rato entraron un grupo de abogados que también recomendaron firmar el papel ya que decían que era algo que tendríamos que firmar en algún momento. El representante consular se fue al bloque de los chicos y volvió diciéndome que Manuel no firmaría y que David se lo estaba pensando. Yo había estado hablando con las chicas y habíamos decidido firmar. Así que cuando volvió González le dije que firmaba. Pidió uno de esos papeles a alguien de la prisión y lo rellenamos juntos. Firmé y puse en las observaciones que quería el equipo audiovisual y mi maleta cuando me fuese. Presenté el papel, me hicieron una foto y me tomaron las huellas dactilares. González se fue.

El día pasó lento. Dejaron llamar por teléfono pero no todas tuvimos tiempo para hacerlo. Cenamos algo de arroz con un pescado seco y nos encerraron en las celdas a eso de las 21.00h.

El día 2 de junio nos levantaron cuando debían ser las 06.00h de la mañana diciéndonos que nos íbamos. Estuvimos tiempo esperando hasta que nos fueron llamando de una en una y salimos de la prisión para entrar en otro autobús blindado. Unas diez mujeres estaban en mi compartimento y otras diez creo que estuvieron al otro lado del bus. Nos cerraron las ventanillas superiores del bus dejándonos sir ver el exterior. Estuvimos encerradas allí y sin que el bus se moviese al menos una hora y media. Luego nos fuimos y llegamos al aeropuerto.

En el aeropuerto nadie nos informó que volábamos dirección a Estambul. Como el segundo del consular español, Juan González, me dijo que yo volaría hacia España, me negué a marcharme sin haber hablado con él. Me querían devolver a la prisión hasta que alguien identificado como a control de inmigración me dejó llamar. González me confirmó que Manuel y David también venían al aeropuerto y que volásemos todos a Estambul, que era lo más rápido, que nos fuéramos de Israel en cuanto pudiésemos. En ese momento decidí irme. Me devolvieron mi pasaporte, pasé el control del aeropuerto y, siempre acompañada de soldados, subí a un bus que nos dejaría en uno de los tres aviones con los que volaríamos a Estambul.

Entré en el avión y me reencontré con mis compañeros y compañeras de viaje. Pero no estaban David ni Manuel. Finalmente llegó David y, después de varias horas, Manuel. Volvíamos a estar juntos y a salvo.

Con todo eso vuelvo a casa sin el material audiovisual (valorado en más 15.000 euros) ni la ropa. Israel me lo ha robado todo menos mi dignidad!"


Manuel Tapial y Laura Arau 

1 comentario:

  1. ¡Estoy conmovida y emocionada por el relato, no puedo decir mucho más, sólo que esos de la Comisión Turkel que han decidido que el Ataque Israelí a la Flotilla fue Legal y en defensa propia les diría que son unos Hijos de Puta con todas las letras y tan Criminales y Terroristas como los sionistas a los que quieren exonerar...¿porque no prueban a experimentar lo que experimentaron los Activistas de la Flotilla sobre todo los que fueron Torturados y Asesinados...? y luego que me cuenten si piensan lo mismo de los Terroristas Críminales Sionistas...
    Un Abrazo Fuerte a todos los Activistas del Mavi Marmara y a sus Familias y Amigos en el caso de los Turcos y el Estadounidense asesinados por el Terrorista Estado de Israel.

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